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domingo, 26 de julio de 2015

La perla inapreciable

La perla inapreciable


Por Don Flory (1)
Una entrevista con A.H. Almaas (2)

Según A. H. Almaas, el espíritu humano es un diamante de múltiples facetas. Pero la mayoría de los sistemas psicológicos y espirituales sólo pulen una o dos facetas de esta preciosa joya. Basándose en su propia introspección y en más de una década de trabajo con cientos de estudiantes, Almaas ha desarrollado el Enfoque del Diamante, una técnica de auto-realización que en una tentativa de abordar cada aspecto del desarrollo del alma humana, abarca tanto la psicología profunda moderna como las antiguas tradiciones espirituales.

"En el Enfoque del Diamante, lo psicológico y lo espiritual están tan entrelazados que son realmente indistinguibles.” explica Almaas. “No es que se haga un trabajo psicológico para asuntos psicológicos, y una práctica espiritual para lograr estados espirituales. El trabajo psicológico es la práctica real que provoca los estados espirituales.”

Almaas considera el despertar espiritual como parte de un proceso continuo de desarrollo que empieza con el nacimiento, incluye las diversas etapas de formación y deformación del ego, y que puede continuar más allá del ego a los estados más elevados de conciencia mística. Sus enseñanzas mezclan la terminología espiritual esotérica con el lenguaje técnico de la psicología clínica.

De todas formas, Almaas es tanto un investigador clínico como un teórico. Para comprender el despliegue del espíritu en la vida humana, ha invertido miles de horas ayudando a gente a trabajar los asuntos psicológicos y espirituales que surgen en la vida cotidiana. En particular, ha investigado las estructuras psicológicas que bloquean la conciencia de nuestra naturaleza más profunda y las cualidades espirituales específicas requeridas para transformar nuestras personalidades de forma que podamos llegar a estar integrados en el Ser.

A pesar de que el Enfoque del Diamante utiliza una amplia gama de herramientas psicológicas y espirituales, Almaas – que ahora vive en Berkeley, California, pero que nació y creció en una familia musulmana tradicional en Kuwait – no ha sido oficialmente formado en ninguna tradición espiritual o escuela de psicoterapia. Más bien, sus ideas resultan de su propia investigación apasionada de la naturaleza de las cosas. “Desde muy pronto,’ dice, “recuerdo haber querido saber qué es la verdad: ¿Cuál es el estado real de las cosas? ¿Qué es la realidad? ¿Qué soy yo? ¿Qué está pasando? ¿Qué es el mundo? Y quería saberlo sin la influencia de las ideas de nadie. Quería descubrirlo por mí mismo.”

Esta pasión por el conocimiento llevó a Almaas a la ciencia, puesto que creía que “la ciencia es lo más objetivo; no depende de lo que creas o sientas.” Pero cuando se acercó a la finalización de su doctorado en Física por la Universidad de California en Berkeley, empezó a dudar de su creencia, dándose cuenta de que “lo que se denomina ‘conocimiento objetivo’ en realidad no es tan objetivo.” Esta realización “erosionó poco a poco mi creencia de que la ciencia lo conseguiría. A pesar de haber estado muy metido en ella y de ser muy bueno, perdió todo interés para mí.” Almaas dejó la universidad y, en vez de ello, empezó a experimentar interiormente.

"Al principio, pensé en mi investigación psicológica, porque eso es de lo que era consciente, del contenido psicológico de mi mente,” recuerda Almaas. “Pero a medida que profundizaba más psicológicamente en las cosas, empezaron a suceder más cosas de naturaleza esencial. Cuando el contenido psicológico se vuelve muy profundo, se convierte en algo espiritual, puesto que eso es lo que es en el fondo. Así que la investigación se convirtió en una tentativa muy personal, sentida de corazón, de conocerme a mí mismo, de conocer la naturaleza de quién soy y la naturaleza de la realidad.”

 Las exploraciones internas de Almaas le llevaron a su comprensión de la “Esencia,” término que utiliza para distinguir el corazón intrínseco de nuestra naturaleza de los atributos adquiridos. Según este modelo de desarrollo humano, nuestra Esencia se incrusta gradualmente en una estructura que denominamos personalidad o ego, desarrollada para protegerlo en un mundo que no apoya o ni siquiera reconoce nuestra verdadera naturaleza. A medida que se desarrolla cada capa del ego, se esconde más de nuestra naturaleza esencial. El proceso de auto-realización o liberación requiere que desmantelemos, capa por capa, nuestro ego, para volver a contactar con nuestro corazón esencial.

En el Enfoque del Diamante, esta meta mística clásica se logra usando muchas de las herramientas y teorías de la psicología occidental moderna. Al contrario que Ken Wilber, quien ve las fases personales y transpersonales como secuenciales (en cierto momento, acabamos nuestro trabajo psicológico y pasamos a asuntos espirituales), Almaas ve lo personal y lo transpersonal como entrelazado durante todo el camino hasta los estados de conciencia más elevados. Al principio de nuestra búsqueda psicoespiritual, forcejeamos con las crisis normales en nuestras vidas. Cuando nos desarrollamos espiritualmente, debemos arrancar de raíz hábitos y creencias adquiridos en períodos anteriores de nuestro desarrollo.

"Más expansión a nivel esencial significa más regresión para el ego,” dice Almaas. “El ego sólo intenta preservar su identidad. Cada vez que se disuelve una estructura del ego porque una persona va más allá en la realización esencial, el ego intenta buscar otra. De forma que va a estructuras anteriores y anteriores y anteriores, buscando un lugar donde plantarse.”

Cuanto más cerca estamos de nuestra Esencia espiritual, más centrales a nuestra personalidad son los asuntos que debemos afrontar; así, el viaje puede conllevar tanto éxtasis como horror. En nuestros niveles de conciencia más expandidos, los horrores que debemos afrontar derivan de nuestras experiencias más tempranas con nuestras madres. Almaas bromea que lo último que vemos cuando nos disolvemos en lo Absoluto es el pecho materno.

Para guiar a sus estudiantes en este viaje, Almaas los lleva a una exploración en la naturaleza de su experiencia inmediata. Comienza con lo que ocupa la atención del estudiante en el momento, que normalmente, en el que empieza, es un problema de la vida cotidiana.

Observándole trabajar, es fácil ver por qué muchos consideran a Almaas como psicoterapeuta. Investiga los pensamientos, imágenes, memorias, emociones, respiración, y sensaciones corporales de los estudiantes y dirige la atención del estudiante hacia la resistencia, transferencia y defensas, como lo haría un terapeuta. Si la armadura del cuerpo parece bloquear la exploración, utiliza técnicas reichianas para ayudar al estudiante a experimentar y liberar el bloqueo. Normalmente, una sesión descubre algún fragmento inconsciente de la experiencia de la infancia temprana que ha estado distorsionando la percepción del estudiante de la situación actual.

Pero después de que el estudiante parece haber resuelto psicológicamente un asunto, la exploración deja de parecer una terapia. Más que parar, Almaas sigue formulando preguntas sobre la experiencia del estudiante. Gradualmente, la conciencia del estudiante se vuelve más sutil, hasta que los estados que se están describiendo suenan muy parecidos a aquellos encontrados en profunda meditación.
 Por ejemplo, cuando una estudiante se relaja después de haber finalizado aparentemente su trabajo con un asunto emocional, Almaas pregunta qué es lo que está experimentando en su pecho. Ella contesta, “Nada.” Las preguntas de Almaas sobre esa nada – su textura exacta, luminosidad, y densidad – ayudan a la estudiante a reconocer que lo que está experimentando no es una falta de conciencia, sino una percepción real de espacio vacío.
 Como Almaas hace retroceder repetidamente la atención de la estudiante a ese espacio y la ayuda a superar su resistencia a observarlo, su experiencia se transforma gradualmente en un sentido de plenitud y presencia. Las preguntas de Almaas la ayudan a considerar esta plenitud como una cualidad de la compasión, una de las muchas cualidades que Almaas denomina aspectos esenciales. 
Según el modelo ontológico de Almaas, la Esencia de una persona puede manifestarse en cualidades específicas, como la paz, la compasión, la fuerza, la alegría, y la voluntad, las cualidades que considera más fundamentales para el progreso de un estudiante. (La claridad, la brillantez, y el amor son algunos atributos esenciales más de los muchos que identifica) Sin obstrucción, nuestra Esencia responderá espontáneamente a situaciones en nuestra vida con precisamente la cualidad requerida, capacitándonos para funcionar eficazmente. Por otra parte, nuestro ego reacciona frecuentemente de forma inapropiada para evitar el dolor y para buscar, a todo coste, el placer. El ego tiene su propia versión “falsa” de los aspectos esenciales – su versión “modélica” de la compasión, su versión machista de la fuerza, su versión rígida de la voluntad. Desenmascarando estas falsificaciones, la persona puede aprender a reemplazarlas por cualidades esenciales. Almaas enseña a sus estudiantes a distinguir entre los estados del ego y los estados esenciales, y a reconocer en cuál se encuentran en cualquier momento.
 "Por ejemplo, si alguien está entrando en contacto con el sentido de autonomía que conlleva la experiencia del Ser – el sentido de que la propia existencia es autónoma de la propia mente, de los propios pensamientos -, ese sentido de autonomía puede ser percibido por el ego como autonomía de otras personas,” destaca Almaas. “Si una persona casada está sintiendo autonomía, podría empezar a preguntarse si quiere seguir estando casada. O si tiene un trabajo, se preguntará si debería dejarlo y empezar su propio negocio. Cuando lo que necesita ver realmente es que es autónoma con ser simplemente lo que es. Este es el punto donde un enseñante puede ser importante. Puesto que si una persona no se da cuenta de que esa autonomía es un aspecto esencial del ser, la interpretará como lo hace habitualmente.”
 Los estudiantes del Enfoque del Diamante también aprenden teorías psicológicas, técnicas sobre cómo está construido el ego y cómo funciona, para que puedan ir más allá. “Por ejemplo, una persona puede estar trabajando con el asunto del narcisismo – queriendo ser reconocida como maravillosa y considerada como especial – y trabajar co todas las heridas y la ira que surge porque la persona no obtiene este tipo de respuesta sobre su importancia. En la labor que realizo, realmente profundizamos en esto y comprendemos esa necesidad, entendemos toda esa constelación psicológica,” explica Almaas. “Haciéndolo, no sólo curamos lo que sucedió en la infancia, sino que reconocemos que todas estas necesidades tienen que ver con una falta de integración de cierto aspecto del propio Ser, un aspecto que denomino ‘verdadero yo.’ Y cuando ese aspecto del Ser es reconocido y experimentado, la persona experimenta un sentido de lo especial y precioso real y que no necesita un reflejo externo. De forma que los síntomas aparecen psicológicamente, pero tratarlos conduce al estado espiritual de la auto-realización.”
 Según Almaas, un requisito para la auto-realización es el hecho de ser capaces de usar las capacidades esenciales, en vez del ego, para operar en el mundo. De todas formas, el valor que Almaas otorga al desarrollo del yo y a lo personal distingue su filosofía de la mayoría de enfoques orientales, que tienden a ver el yo como una ilusión a trascender y sólo enfatiza los aspectos impersonales del Ser.
 "El ego es una parte natural del propio desarrollo – durante un tiempo, brinda una función útil. La Esencia, o el alma, cuando empieza a vivir, es puramente espiritual pero no tiene ninguna sabiduría sobre el mundo. Necesita alcanzar la sabiduría en el mundo para que la Naturaleza Esencial pueda ser originada aquí. Y esto sucede mediante el desarrollo del ego,” dice. Según Almaas, los problemas sólo surgen cuando las personas se identifican con sus egos y cuando permiten que los estados del ego se antepongan a los aspectos esenciales.
 En la integración de la psicología y espiritualidad, Almaas se ve como parte de una tradición Occidental emergente, siguiendo los pasos tanto de Freud como de Buda.
 "En las enseñanzas espirituales tradicionales, ha habido cierto rechazo o desdeño del trabajo psicológico. De hecho, muchos enseñantes niegan el trabajo psicológico – es una pérdida de tiempo, o una distracción,” dice Almaas. “Una comprensión más profunda es que el trabajo espiritual incluye la psicología. Se trata de comprender la mente. Pero una persona debe vivir la experiencia para saber realmente lo que significa.”


  (1) Don Flory, Ph.D., es estudiante de A.H. Almaas y psicoterapeuta en práctica privada en Berkeley, California.
 (2) A.H. Almaas es el autor de “Facetas de la Unidad” publicado por La Liebre de Marzo. Creador del “Enfoque Diamante”, un camino de despertar que aúna el trabajo con la personalidad y la espiritualidad.
 Reproducido con la autorización de The Yoga Journal, © Septiembre/Octubre 1990. Todos los derechos reservados.


Conversación con A.H. Almaas (*)
(2ª Parte)
en Enneagram Monthly (**)

Enneagram Monthly: Creo que una de las dificultades en mi comprensión del Origen Sagrado fue que era algo que simplemente daba por hecho, que creía que todo el mundo comprendía y poseía, y que no parecía ser exclusivo de un tipo de Eneagrama. Ahora me doy cuenta de que debo tener mayor sensibilidad con respecto a ello.

A.H. Almaas: Exacto. ¡Eso es lo que todo el mundo piensa!

EM: (Risas) ¡¿Es que no todo el mundo ve el mundo como yo?!

AHA: ¡Pensamos que todo el mundo es así! Seguramente todo el mundo lo experimenta pero es posible que una persona pueda no estar tan afectada por esa perspectiva como otra.

EM: En Facetas de la Unidad, habla bastante sobre esto...

AHA: Correcto, lo que hemos estado comentando es una parte extensa del tema del libro. El libro habla de las Ideas Sagradas y de cómo se desarrolla el núcleo de cada fijación. Básicamente, es un resumen de las Ideas Sagradas, que concede una comprensión de las mismas y que habla de cómo la falta o la pérdida de comprensión conduce al engaño específico. Luego, comento el engaño específico y cómo contribuye al núcleo de la fijación, que es la dificultad específica y la reacción específica. Hay capítulos sobre cada uno de los arquetipos, considerándolos desde la perspectiva de las Ideas Sagradas. Esa es la parte principal del libro. La primera parte del libro tiene que ver con la pérdida de sostén y confianza en la infancia, lo que conduce a la pérdida de la Idea Sagrada.

EM: En el libro, se refería a algo que denominaba el "punto de encaje," o visión de la realidad, y que puede moverlo. ¿Podría explicar qué es el punto de encaje?

AHA: Es una idea tomada de Castaneda.

EM: Sí, me era familiar.

AHA: Habló del punto de encaje queriendo decir que la realidad tiene muchos niveles, o muchas bandas. Normalmente, existimos en una banda, o grupo de bandas, y ahí estamos atascados; no vemos la perspectiva de las otras bandas. El punto de encaje es como un centro en nosotros que nos mantiene en ese lugar. El punto de encaje no está relacionado con la dificultad o reacción específica, sino que está relacionado con nuestra identidad, nuestro sentido interno del yo, que nos dice quiénes somos y cómo estamos orientados. Está más relacionado con la fijación en sí, un sentido o centro cristalizado que experimentamos y que nos da una orientación en la realidad. Normalmente, su punto de encaje se halla en una banda determinada de posibilidades, y si pudiera moverlo, vería otras cosas, otras perspectivas. Cuando Castaneda habla en sus libros sobre el punto de encaje, no está muy claro lo que es exactamente. Lo utilizo como una metáfora para comentar mi comprensión del proceso.

EM: Muchos profesores no enseñan los subtipos instintivos, y existe cierto desacuerdo sobre este tópico entre los que lo hacen. Más recientemente, Oscar Ichazo describió los instintos diciendo que cada uno estaba vinculado a un centro (es decir, cabeza, corazón o vientre); mientras que la mayoría de los otros, cuya información provino directa o indirectamente de Claudio Naranjo, enseñan que cada tipo puede ser dominado por cualquiera de los tres instintos. ¿Cuál es su perspectiva?

AHA: En realidad, la forma en que lo aprendí es que cada arquetipo tiene tres subtipos, y el subtipo de una persona depende del instinto más dominante de esa persona. Los subtipos están conectados al instinto social, sexual y de auto-conservación. De modo que si uno de ellos está más trastornado que otros, eso es lo que determina el subtipo de esa persona.

EM: ¿Quiere decir que el subtipo se origina con la lesión de uno de los instintos, que se vuelve acuciante y atrae toda la atención?

AHA: Exactamente. Y que determina hasta cierto punto el arquetipo.

EM: Es decir que, si uno tiene, por ejemplo, una capacidad de adaptación altamente desarrollada y se encuentra en la tríada de la cabeza, pero su lesión está en asuntos relacionales, entonces ¿su atención podría ser totalmente absorbida por temas relacionales?

AHA: Sí. Pienso que eso es lo que significa basicamente. Claro que hay Eneagramas para cada uno de los subtipos. Como sabe, en este libro no entro en esa parte.

EM: ¿Lo utiliza en su enseñanza?

AHA: No, no lo usamos.

EM: ¿Existe alguna razón especial para ello?

AHA: Sólo son más detalles del arquetipo. Eso es lo que significa "subtipo". Cuando trabajamos con los arquetipos, los utilizamos básicamente como trampolín para reconocer algo más esencial en nosotros. Aparte, en mi experiencia, la enseñanza de los subtipos no es tan clara. Y por ello, no sé hasta qué punto es útil.

EM: ¿Sería entrar en detalles innecesarios?

AHA: Sí, también, puesto que, en nuestra labor en el Enfoque del Diamante, el Eneagrama sólo es una parte de lo que hacemos. Tenemos otras formas de tratar eso que la utilización de los subtipos, incluso si los conocemos y, en cierta medida, los comprendemos. Pero no los uso mucho.

EM: ¿Cómo definiría los orígenes de la labor que realiza? ¿Qué influencias le condujeron al lugar en el que se encuentra?

AHA: Se desarrolló al inicio de los setenta. En esa época estaba trabajando con diversas personas. Trabajé con Claudio Naranjo; fue así como aprendí sobre el Eneagrama. Trabajé con maestros budistas, los Lamas, maestros Sufis, maestros Gurdjieffianos, y también estuve trabajando durante un tiempo con la psicología y la psicoterapia. De forma que estuve recibiendo todas esas influencias. En algún momento, mi propio proceso empezó a desarrollarse solo, con su propia lógica, sus propias ideas. Todas estas influencias estaban incluidas, pero el proceso era algo nuevo que estaba emergiendo, que era un descubrimiento del espíritu, o esencia, de una forma diferente o específica. En esa época, no sabía que era una manera diferente. De ahí se desarrolló una enseñanza. Después de un tiempo reconocí que el proceso estaba sucediendo pero que no era únicamente mi enseñanza personal, parecía representar un proceso más objetivo. Y, sin embargo, como sucedió en el contexto de otros tipos de trabajo, la enseñanza integró muchas de las cosas que estaba estudiando.

EM: ¿Diría que fueron diversas cosas las que le condujeron a un punto donde empezó a tener esas ideas que luego vio que también podían ser enseñadas a otros?

AHA: Sí. Toda la comprensión que obtuve se dio cuando fui capaz de estar abierto de determinada manera y había desarrollado cierta perspectiva y visión interior.

EM: Parece que pudiera desmembrar lo que hace en varias secciones. Hay una parte que habla de la personalidad, y esa sería la parte donde utilizaría el Eneagrama, y hay prácticas espirituales. ¿De dónde provienen estas últimas?

AHA: Las prácticas espirituales han sido sacadas de la perspectiva budista y, algunas, de los Sufis. Pero, también, lo específico del Enfoque del Diamante es que sintetiza una perspectiva psicológica y espiritual, donde ambos son aspectos de la misma verdad o de la misma experiencia. Utilizamos la comprensión psicológica para pasar a la experiencia espiritual. Como resultado, nuestra práctica principal no es la meditación ni nada por el estilo, sino una verdadera investigación de la experiencia. Una investigación abierta, cuestionando y confrontando la experiencia, intentando comprenderla. Comprendiéndola, ésta empieza a abrirse y desplegarse. Cuando esto sucede, empieza a revelar sus apuntalamientos espirituales.

EM: ¿Es el ejercicio de la "pregunta reiterada" (donde se formula la misma pregunta una y otra vez al estudiante, que responde espontaneamente) un ejemplo de una técnica de apoyo a la investigación?

AHA: Sí, la pregunta reiterada, o un monólogo cuando alguien comenta su experiencia, o diario escrito. Presentamos el material desde una determinada perspectiva, y las personas realizan ejercicios, en grupos o solos, entorno a la misma.

EM: ¿Diría que pone mayor énfasis en la práctica que, por ejemplo, los que dicen: "simplemente meditad, todo se hará;" o cree que es crucial asegurar primero que se establezca el "pensamiento correcto" para prevenir que elijamos una "práctica errónea"?

AHA: En cierto sentido, hacemos ambas cosas. Es importante tener el "pensamiento correcto," y es importante realizar una práctica. De todas formas, nuestra práctica no sólo consiste en sentarse y estar en silencio, por ejemplo, o visualizar algo. Nuestra práctica es un enfoque occidental, que en realidad es una investigación, algo científico. Uno se formula preguntas a sí mismo: "¿Qué estoy experimentando?" "¿Por qué lo estoy experimentando?" "¿Qué significa?" "¿De dónde proviene?". Pero lo hacemos de forma que abra la experiencia y revele su verdad subyacente. La forma de hacerlo es dictada por la experiencia y la perspectiva espiritual que se desarrolla en este trabajo. En cierto sentido, es el método socrático.

EM: ¿Desarrolló este proceso a partir de cosas que estaba estudiando?

AHA: No diría eso. Diría que las cosas que estudié fueron un soporte, pero en el proceso de mi propio trabajo algo se abrió y desarrolló solo, y reveló cosas que no había aprendido antes; aunque todo lo que había hecho antes me condujo al lugar donde pude acceder a esa guía.

EM: Las personas que asisten a sus cursos provienen de diferentes mentalidades; son personalidades diferentes con necesidades diferentes. ¿Tiene algún método para clasificarlas, en el sentido de que algunas personas están más avanzadas en el aspecto sentimental, en el aspecto del pensamiento, o en el aspecto de la actuación? ¿Cómo lo hace?

AHA: Es cierto. Tal como trabajamos con la gente, tenemos tres estructuras importantes. Al principio, las personas son entrevistadas, un proceso de examinación, por dos de nuestros maestros para conocer más sobre ellas, lo que quieren, cuáles son sus tendencias con relación a nuestro trabajo. Si son aceptadas en la Escuela, se implican en las tres estructuras. En la primera se realizan sesiones privadas de enseñanza con el maestro, semanal o quincenalmente, donde el maestro pasa una hora con el estudiante explorando y ayudándole a desarrollar su propia investigación. Ahí, se presta particular atención al estudiante, y el trabajo responde al carácter y a la personalidad propios del estudiante. La segunda estructura que tenemos es la que denominamos "pequeños grupos." Un maestro trabaja con una grupo de 12-18 personas, ayudándoles a aprender a trabajar consigo mismas, asistiéndolas en abrirse y acceder a sus experiencias, y enseñándoles a reconocer lo que es verdadero. La tercera estructura son los retiros de fin de semana donde se enseñan las perspectivas y los conceptos sobre la naturaleza espiritual. Aquí, usamos la meditación, las conferencias, el debate y ejercicios para explorar lo que se presenta. Las tres estructuras juntas centrarán las diferencias durante el desarrollo. Las sesiones privadas, en particular, apoyan al estudiante individual, ya que los maestros están formados para reconocer diferentes caracteres.

EM: ¿Con cuántos profesores cuenta normalmente?

AHA: Probablemente hay 50 que han acabado su formación.

EM: Tiene un amplio programa de formación de profesores.

AHA: ¡Así es! Tenemos más de 150 en nuestro programa de profesores.

EM: ¿En cuánto tiempo se realiza?

AHA: Para acceder al programa de formación de profesores, primero hay que estar en la escuela. Los estudiantes tienen que estar en la escuela durante 3-4 años antes de poder ser considerados para el programa. Y luego el programa de formación de profesores en sí dura 6-7 años, tiempo durante el cual los estudiantes siguen en el programa regular de la escuela. De hecho, todos los profesores siguen siendo estudiantes en la escuela. De forma que la formación es bastante extensa. Desde el momento en que alguien entra en la escuela hasta que acaba su formación y puede trabajar con estudiantes, pasan unos diez años.

EM: Para entonces, ellos mismos seguramente habrán hecho mucho trabajo.

AHA: Ese es el punto. Es importante que lo hagan; es lo principal. Tienen que conocerse a sí mismos. Algunos profesores enseñan los fines de semana, algunos de ellos se dedican a los grupos pequeños. Casi todos ellos enseñan en sesiones privadas.

EM: ¿Alguno de sus profesores está escribiendo sobre el Eneagrama?

AHA: Sí, tenemos profesores que trabajan con el Eneagrama. Una profesora, Sandra Maitri, ha acabado un libro del Enfoque del Diamante al Eneagrama. Va a ser publicado por Tarcher/Putnam el año próximo o algo así.

EM: Es maravilloso. Sería interesante tener un libro que puediera describir algunos de los ejercicios que uno puede hacer o bien para la auto-observación o bien para la auto-indagación.

AHA: Es verdad. En realidad, estoy publicando un libro sobre la indagación en sí. Está escrito y ahora está siendo editado. Se titula Crucero Espacial de Exploración, porque el proceso es como estar viajando en una nave espacial.

EM: ¡Parece un título de Castaneda!

AHA: Trata básicamente de la forma específica en que realizamos la indagación en el Enfoque del Diamante.

EM: ¿Cuándo cree que estará listo?

AHA: En unos dieciocho meses.

EM: ¿Cuál es su relación con Oscar Ichazo?

AHA: Bueno, fue el maestro de Claudio, y Claudio fue mi maestro. Cuando Claudio empezó a enseñar, estaba muy conectado con Oscar y hablaba mucho sobre él. Yo nunca me encontré con Oscar. Sólo oí hablar de él a Claudio en el '71 y '72. Mi comprensión de las Ideas Sagradas empezó a partir de unas definiciones atribuidas a Oscar hace muchos años, pero no supe si realmente eran suyas o no. Así, cuando llegó el momento de publicar el libro, le escribí para confirmarlo y al mismo tiempo, le pregunté si quería escribir un prólogo para el libro. Su respuesta fue muy amable y dijo que podía utilizar sus definiciones. Así que me dio una versión original completa de las mismas y escribió el prólogo. Fue así como correspondí con él, pero nunca nos hemos encontrado.

EM: Oscar apoyó mucho a Claudio en el prólogo.

AHA: Sí, escribió muy bien sobre Claudio.

EM: ¿Ha contactado con Claudio ultimamente?

AHA: En realidad, hace algunos meses, cuando le dije que le iba a dedicar el libro.

EM: Dijo que topó con él al inicio de los '70. ¿Cómo se conocieron?

AHA: Conocí a Claudio en Esalen cuando estuve ahí una vez, en 1970 o algo así. Estaba realizando un taller que él dirigía sobre Gestalt y meditación. Fue entonces cuando me dijo que estaba iniciando un grupo en Berkeley, al que asistí más tarde.

EM: ¿Hay algo de lo que no hayamos hablado que le gustaría comentar?

AHA: Bueno, hemos hablado sobre el Eneagrama en términos de las Ideas Sagradas y su lugar en mi labor. En el libro, es importante saber que la primera parte, donde hablo del apoyo y de la confianza básica, y de una perspectiva espiritual, es fundamental para comprender las Ideas Sagradas. Es la base a partir de la cual podemos entender cómo podemos perder o retomar el contacto con el Ser. La comprensión del apoyo y de la confianza básica no tiene que relacionarse con las Ideas Sagradas, sino que es parte del trabajo del Enfoque del Diamante. De todas maneras, estoy enlazando estos conceptos a las Ideas Sagradas porque empecé a tener mi propio entendimiento de las Ideas Sagradas tratando con esa dimensión espiritual, la dimensión que denomino "Vivir a la Luz del Día," que implica experimentar simultáneamente el espíritu del amor y de luz.

EM: En el libro, dice que se ha dado un susto de muerte "viviendo a la luz del día." Su descripción era tan simple y, aun así, profunda, y reí con reconocimiento y comprensión. ¿Podría explicar a nuestros lectores qué es lo que significa?

AHA: Vivir a la Luz del Día es el mismo nombre que otorgo a la dimensión espiritual que experimentamos cuando sentimos que tenemos un apoyo adecuado. Parece la luz del día, pero es la presencia del amor como esencia de la luz. Cuando no nos sentimos apoyados de esta manera, no nos sentimos seguros, reaccionamos a nuestra experiencia a través de una especie de disociación de la misma. Esta disociación, que es una reacción a la inseguridad y desconfianza resultante, hace que perdamos contacto con el Vivir a la Luz del Día. Es como si fuera eliminado por la experiencia de la falta de apoyo real y adecuado a nivel físico, emocional y espiritual.

EM: Si alguien no tiene un buen ambiente de apoyo, y eso crea o bien demasiados vínculos o bien demasiado pocos, ¿cómo lo ajustaría más tarde en la vida?

AHA: Todo el mundo tiene una limitación en su primer entorno de apoyo, ¿correcto? Lo que se hace es trabajar para cobrar conciencia de cuánta confianza se tiene en el entorno en general: ¿Tiene una confianza ciega? ¿No tiene ninguna confianza en absoluto? O bien, ¿tiene una confianza más objetiva, realista? Observando la cuestión de la confianza y del entorno, llega al primer entorno de la infancia, puesto que ese fue el origen de su relación con la confianza. Luego, empieza a trabajar con su experiencia de ese primer entorno y apoyo. Eso le conducirá a sus limitaciones.

EM: Así que si alguien tiene, por ejemplo, una confianza ciega, eso le llevaría a tener demasiados pocos vínculos?

AHA: Sí, podría ser. Confiar o no confiar no tiene que ver con los vínculos, pero tiene que ver con las acciones, la forma de relacionarse con el mundo, y el coraje que se tiene, en qué medida se está relajado. Cuanto más confiada es una persona, más relajada está y más puede ser ella misma.

EM: Así que a través de una serie de auto-indagaciones, ¿se podría llegar a lo que ocurrió en el propio entorno de apoyo que causó este mecanismo?

AHA: Que distorsionó la cuestión de la confianza. Eso le reconecta luego a una especie de dimensión espiritual, el Vivir a la Luz del Día, que hará que su confianza sea más objetiva, más real.

EM: Durante uno de los primeros talleres que impartió Ichazo en el '71 o '72, hablaba sobre la fijación que se da entre la edad de cuatro y ocho años. Y a veces, la persona puede recordar el instante en el que tiene lugar la fijación. ¿Qué piensa sobre ello?

AHA: Escucho a la gente decir eso. No sé hasta qué punto es exacto. Conozco a personas que afirman que lo recuerdan. Pienso que generalmente es cierto, que alrededor de esa época la fijación finalmente cristaliza, entre los cuatro y los ocho años. No sé si se puede recordar realmente el momento en que sucedió, pero algunas personas dicen que pueden.

EM: ¿Qué piensa sobre el argumento de que la personalidad o el arquetipo es algo genético, y determinado antes del nacimiento?

AHA: Esa es la idea que vino con la enseñanza del Eneagrama; que [la personalidad] está determinada por la Idea Sagrada específica; que nacemos con una Idea Sagrada específica más determinada en nosotros. La Idea Sagrada está predeterminada, lo que lógicamente significa que la fijación está predeterminada.

EM: Si ya está determinada, no se fijaría necesariamente entre la edad de cuatro y ocho años...

AHA: No, está fijada. Está determinada a convertirse en esa fijación. Al principio, la persona no está fijada.

EM: Comprendo lo que quiere decir, puesto que el niño está en la esencia y todavía no está fijado. ¿Está diciendo que adquirir una fijación es un proceso de dos etapas? ¿Existe una maduración hacia la misma, durante la que se prepara la base y, en cierto momento, se desencadena oficialmente mediante un acontecimiento traumático?

AHA: Sí, se vuelve estructurada en la mente. Antes, no está fijada, aunque existe la posibilidad para ello.

EM: ¿Ha conocido a alguien que posiblemente naciera con una inclinación hacia cierta Idea Sagrada cuya fijación se convirtió en otra que la predeterminada?

AHA: No, pero no he llevado a cabo esa investigación.

EM: ¿Cree que es posible cambiar las fijaciones durante la vida?

AHA: No he visto que suceda. Creo que existe algo llamado una fijación secundaria que tiene la gente, y que puede dominar en algún momento. Sin embargo, eso no significa que reemplace la fijación primaria.

EM: Teóricamente, si se trabaja sobre una fijación, ésta se debería hacer cada vez más transparente y, por lo tanto, disminuir su sujeción. ¿Significaría esto que durante este período la fijación secundaria que todavía no ha sido trabajada intensamente, puede aparecer repentinamente con más fuerza?

AHA: Exactamente, pienso que eso es lo que sucede.

EM: Así que en teoría, ¿la iluminación significaría trabajar sobre todas las nueve fijaciones?

AHA: Sí, y ese es el enfoque que seguimos en la escuela. Trabajamos con todas ellas. En nuestras enseñanzas las hacemos todas. Los estudiantes pasan por todas ellas.

EM: ¿Diría que la propia es la más difícil de trabajar?

AHA: Generalmente hablando, sí. Ésta es la que está más fijada, más estructurada en nosotros.

EM: ¿Tiene algún consejo para la comunidad del Eneagrama?

AHA: Lo que sé me hace pensar que si realmente queremos liberarnos de las fijaciones, necesitamos conectar con una dimensión espiritual. No basta con simplemente conocer los tipos psicológicos. Otra cosa es que el principal propósito en el desarrollo del Eneagrama sea provocar la liberación espiritual. No lo olvidemos. Se puede utilizar para otras cosas, pero éstas no son la razón principal, y no son la utilización más efectiva del mismo. El mayor valor del Eneagrama reside en el apoyo a la liberación espiritual. Y lógicamente, en el desarrollo de la vida humana y en la realización. Y para que esto suceda, necesitamos ir más allá del Eneagrama de las Fijaciones, a una dimensión espiritual.

EM: En su opinión ¿cuál es el vínculo entre el material de Gurdjieff y el Eneagrama?

AHA: No lo sé exactamente. No lo he investigado. Sé que la gente tiene ideas y lo ha investigado, pero no sé mucho sobre el Eneagrama de Gurdjieff.

EM: Si animara a la gente a incluir un elemento espiritual, ¿sugeriría una dirección particular o alguna práctica espiritual determinada?

AHA: El Eneagrama en sí tiene una dimensión espiritual, como las virtudes y las Ideas Sagradas, y otros Eneagramas de nuestra naturaleza espiritual. Llegar a ellos puede realizarse conectando con cualquier enseñanza espiritual, y la enseñanza que sigue cada cual depende del individuo. Pero si realizamos el trabajo espiritual y conectamos con nuestra naturaleza esencial, en algún momento, podemos llegar a las virtudes e Ideas Sagradas.

EM: Lo que me gusta de lo que he oído sobre el Enfoque del Diamante es que no sólo se trata de meditar y sentarse en un cojín, y no sólo contiene el aspecto psicológico, sino que trabaja claramente en la conexión de ambos.

AHA: Exactamente. Pero las personas tienen inclinaciones y enseñanzas diferentes, así que cada persona necesita escuchar a su propio corazón, su propia intuición, para descubrir qué camino espiritual seguir.

EM: Yendo un poco más allá, puesto que las personas responden mejor a la enseñanza individualizada, ¿tendría alguna sugerencia sobre qué tipo de enseñanzas serían más aptas para qué arquetipos?

AHA: No, no pienso que sea así. Pienso que diferentes tipos a veces son atraídos por diferentes enseñanzas. Eso sucede. Pero no sé si se pueden fijar reglas.

EM: Si diferentes tipos son atraídos por diferentes enseñanzas, ¿es porque esas enseñanzas son divertidas y fáciles, y no necesariamente transformadoras?

AHA: Normalmente, parece ser así. No diría siempre, pero la mayoría de veces, sí.

EM: Así que también podría generar un sentimiento de complacencia que bloquearía el crecimiento.

AHA: Es posible. Por ejemplo, las personas que tienden a ser más emocionales, se sentirán más atraídas por el trabajo emocional, devocional, que podría ser bueno en el sentido de que podrían usarse a sí mismos correctamente. Pero al mismo tiempo, esto podría respaldar sus propias tendencias.

EM: Así, una vez más, nuestro fuerte también puede ser nuestra mayor debilidad.

AHA: Sí, pero mire, una buena enseñanza espiritual debería poder dirigirse a todos los arquetipos. Y si habla con maestros espirituales, se lo confirmarán. Ellos no se centran sólo en un arquetipo.


Fin de la entrevista.   © Copyright A.H. Almaas y Enneagram Monthly, 1999. Todos los derechos reservados.

(*) Artículo publicado en © Enneagram Monthly, Julio/Agosto de 1999, Número 52 (Vol. 5, n° 7). Entrevista dirigida por Andrea Isaacs and Jack Labanauskas.
(**) A.H. Almaas es el seudónimo de A. Ameed Ali. Nacido en Kuwait, posee una formación como físico, matemático y psicólogo. A lo largo de los últimos veinticinco años ha creado y desarrollado el Enfoque del Diamante, un camino de despertar que aúna el trabajo con la personalidad y la espiritualidad. En 1975 fundó la Escuela Ridhwan en Boulder, Colorado y Berkeley, California. Es autor del libro “Facetas de la Unidad” publicado por la editorial Los Libros de La Liebre de Marzo.
Traducción de Claudia Melissen.


domingo, 3 de mayo de 2015

Presencia y Escencia

Presencia y Esencia

A. H. Almaas

En general, la gente raramente tiene, y nunca reconoce como tal, la experiencia de la esencia. Así, empezaremos por considerar una clase de experiencia relacionada con ella, de la cual se siente y se habla más comúnmente: la cualidad de presencia. La expresión «estoy presente» se usa a menudo en círculos espirituales y psicológicos, asumiéndose que el significado es comprendido. Nos preguntamos: ¿Qué significa esta expresión? ¿Qué significa, en realidad, estar presente? La mayoría del tiempo la expresión no es usada de una manera muy definida o clara; si se le pregunta, la mayoría de la gente es incapaz de explicar lo que significa «estar presente».

Pero debe haber una condición real que garantice el uso de la expresión «estoy presente». Ella significa literalmente que hay un «Yo» que está presente en el tiempo. ¿Es exacto este significado literal?

Obviamente cuando decimos «estoy presente» no significamos exactamente que estamos conscientes, de otra manera lo diríamos así. Hay una diferencia entre el significado de «estoy presente» y el significado de «estoy consciente», aunque los dos puedan coincidir frecuentemente ¿Qué hace que digamos «presente» en lugar de «consciente»? ¿Qué hay en la experiencia de «estoy presente» que sea diferente de la experiencia de «estoy consciente?

Queremos averiguar el significado de presencia contemplando y analizando la efectiva experiencia de presencia. Examinemos una situación familiar, la experiencia estética. Mis ojos captan la visión de una hermosa rosa roja. De repente mi vista está más clara, mi olfato más penetrante. Me parece estar en mi vista, me parece estar en mi olfato. Hay más de mí aquí, viendo, oliendo y apreciando la rosa.

Este fenómeno no es simplemente uno de consciencia acrecentada, sino cuanto más de la rosa es experienciado a través de mis ojos y fosas nasales, así tanto más de la rosa es experienciado a través de mi sistema perceptual.

En la experiencia de presencia aumentada, es como si yo encontrara mis percepciones a medio camino. Es como si algo de mí, algo más o menos palpable, está presente en mis ojos y en mi nariz. Algo en mí, además de mis canales perceptuales, está participando en la experiencia de la rosa y esto es algo que no es memoria, ni asociaciones pasadas con respecto a las rosas.

En un sentido, mi mayor consciencia realmente aumenta la presencia de la rosa, o de cualquier otro objeto estético, tal como un trozo de música o una pintura. Algunas veces una mayor consciencia aumenta solamente cierta cualidad de un objeto: la belleza de la rosa, su color, su olor o su frescura. Pero algunas veces la rosa como rosa, como una presencia en sí misma, es sentida. Si esa experiencia es suficientemente profunda, nuestra propia presencia es intensificada. «Me parece estar más aquí», sería la expresión adecuada. Pero, ¿qué es esta presencia? ¿Hay realmente un «yo» que esté más presente o qué es, exactamente? Puede ser la experiencia del asombro cuando se es confrontado con la inmensidad del océano o la grandeza de una cadena de montañas. Puede ser la experiencia de admiración cuando uno es testigo del heroísmo en un individuo o en un grupo, o del coraje o intrepidez de un explorador.

Estamos considerando los momentos, aunque raros, cuando sentimos como si hubiera algo más de nosotros participando de la experiencia. Queremos entender lo que significa «más de nosotros» ¿Más de qué? ¿Cuál es el elemento que da a nuestra experiencia este sabor de presencia?

Estamos también conscientes que algunos individuos tienen mayor presencia que otros. Decimos «El tiene más presencia», o «El tiene una presencia imponente». Pero, ¿podemos decir a qué nos estamos refiriendo realmente? No nos estamos refiriendo a la cualidad de la presencia de la mente, la cual es una mayor consciencia. La «presencia» en sí misma es más que eso.

La presencia puede también ser sentida en momentos de intensa y profunda emoción cuando una persona está plenamente sintiendo un estado emocional, no controlándolo o inhibiéndolo, cuando está involucrado sinceramente en el sentimiento, totalmente inmerso en él de una manera libre y espontánea sin juicio o vacilación. Esto generalmente sucede cuando la persona se siente totalmente justificada en sentir las emociones.

Por ejemplo, un individuo podría tener la experiencia de una pérdida, como la muerte de un ser querido, y así sentirse justificado de sentir la pena y la tristeza. Podría involucrarse tanto en la tristeza, estar tan inmerso en ella, que los sentimientos se profundizarán como si estuvieran a millas de profundidad, llegando a honduras y profundidades cada vez mayores. Este estado podría llegar a ser tan excesivo y denso a medida que se llega a estar más inmerso en él, tan hondo y tan profundo como para sentirse penetrado por una especie de presencia. Es como si la profundidad y la hondura fueran una presencia real, palpable y completamente clara allí.

Otro ejemplo: una persona puede sentirse justificada de tener ira e indignación por ser insultada o tratada injustamente. El enojo puede llegar a ser tan fuerte que si se deja llevar sin reservas por este sentimiento, la persona experimentará en su ira una especie de fuerza que la potencia. Esta fuerza o poder es tan claramente manifiesto que asume una presencia palpable. Es como si el poder creciente de la irrestricta emoción evocara más de la persona. El se siente tan presente en la emoción, tan en su centro, que una presencia substancial claramente sentida parece impregnar la emoción y llenar el cuerpo. Su cuerpo se siente lleno de poder, tan densamente que el poder llega a ser una presencia. Esta presencia parece ser la fuente de la emoción y del poder, ambos en ella y detrás o bajo ella. En tales momentos, la persona experimenta un intenso contacto con el cuerpo, junto con una asombrosa capacidad de usarlo y dirigirlo. Es como si en ese momento el individuo realmente existiera en sus brazos, por ejemplo, y por ello poder usados con una inusual capacidad de control, eficacia e inmediatez.

Bien, ¿qué es esta presencia que existe en los brazos, en el cuerpo, que parece traer consigo poder, energía, contacto y consciencia? Vemos que la presencia es más una realidad que una idea o metáfora. Estamos teniendo la sensación de que la presencia es mucho más profunda, más real que sentimiento o emoción. Nos estamos acercando, aunque todavía vagamente, a una apreciación de lo que es la presencia.

La presencia que uno experimenta no tiene que ser la propia y no tiene que ser individual. Uno puede experimentar la presencia de otro. Todo un grupo puede estar consciente de una presencia. Incluso uno que no esté particularmente sintonizado con la cualidad de la presencia no puede sino contactarla en algunas circunstancias únicas e inusuales. Una de tales situaciones es que una madre dé a luz una creatura.

Algunas veces, cuando la madre no está bajo medicamentos, cuando ella está participando plenamente en el nacimiento, su presencia puede manifestarse. La madre puede sentir una plenitud, una fuerza, una determinación sólida, una inconfundible sensación de que ella está presente en la experiencia, enteramente involucrada en ella.

La situación de dar a luz es real; no es social, y no puede ser fingida. Para que una mujer lo pueda hacer en plena consciencia, sin la ayuda de medicamentos anestésicos, ella tiene que emplear a fondo todos sus recursos, aunar toda su fuerza muscular y su determinación, y estar genuinamente presente.

Esta total presencia de la mujer también puede ser percibida por otros. Uno puede verla como la presencia de intensidad, de intenso sentimiento o sensación, o intensa energía y atención. Uno también puede estar consciente de que la mujer está presente en una forma inusual para ella. Parece tener una plenitud, parece tener un fulgor, una radiación. La presencia es inconfundible, hermosa y poderosa.

Si uno es sensitivo y consciente, puede darse cuenta que la experiencia de presencia en esta situación no reside sólo en la madre. Si todos los presentes están participando plenamente -y esto a menudo sucede en tales ocasiones por su dramática intensidad- entonces la presencia invade la habitación, llenándola e impregnándola. Hay una intensidad en la habitación, una vitalidad palpable, la sensación de una presencia viviente.

La experiencia de presencia se siente más claramente cuando la creatura ha nacido, cuando ha entrado al mundo. Uno puede entonces experimentar un cambio, una expansión en la energía de la habitación. Uno siente que ella tiene definitivamente una nueva presencia, una presencia fresca. Se experimenta a la creatura no solamente como un cuerpo, sino como algo mucho más vivo y mucho más profundo. Uno puede, si está sensitivamente atento, contemplar al recién llegado como una presencia clara y definida. La creatura es un ser. Un ser está presente, sin nombre, sin historia, Y allí, está bendiciendo.

Uno puede, en efecto, observar que diferentes recién nacidos tienen diferentes cualidades de presencia. La cualidad de la presencia no es un asunto de tamaño, de apariencia o de qué sexo tienen. Cada uno parece tener su propia y única cualidad de presencia, la cual es completamente obvia al nacer, y que continúa siendo el modo de ser de esa particular creatura. Uno puede captar la emergente presencia como una dulzura, una suavidad, una ternura. 0 la presencia es sentida como una paz, un silencio, una quietud. Sin embargo, otro nos confronta con una presencia de claridad, luminosidad y alegría. Otro puede llenar la habitación con fuerza, solidez y firmeza.

Esta experiencia de una situación que es llenada con cierta presencia también puede sentirse en la pureza y soledad de la naturaleza. En momentos de quietud y soledad, una persona llega a estar consciente de que el ambiente natural en sí mismo tiene una presencia que afecta profundamente su mente y corazón. No es raro, cuando uno no está ocupado con las preocupaciones del mundo, cuando la mente está vacía y tranquila, que la naturaleza se presente no sólo como los objetos que la constituyen, sino como una presencia viviente.

Una cadena de montañas altas y rocosas puede entonces sentirse como una inmensidad, una solidez, una inmovilidad, que está viva, que está ahí. Esta inmensidad e inmovilidad parecen algunas veces confrontarnos, afectarnos, no como un objeto inanimado sino como una presencia clara y pura, Parece contactarnos, tocarnos. Y si somos abiertos y sensitivos podemos participar en esta inmensidad. Podemos sentirnos uno con la inmensidad, la inmovilidad, la vastedad.

Tal como las montañas tienen su presencia particular, así la tienen los bosques, océanos, ríos y praderas, Uno puede sentir la presencia de un árbol, como Krishnamurti relata en una de sus contemplaciones solitarias:

«Había una intensidad alrededor del árbol, no la terrible intensidad de alargarse, de tener éxito, sino la intensidad de estar completo, simple, solo y sin embargo parte de la tierra. Los colores de las hojas, de las pocas flores, del tronco oscuro, estaban intensificadas miles de veces ».

Podemos extender nuestra investigación considerando la presencia en una situación de peligro. Una persona frente a un extraordinario peligro, cuando su habilidad de funcionar podría esperarse que estuviera reducida, se salvará por un sorprendente poder o capacidad que surge desde dentro. Su percepción lleganá a ser repentinamente aguda, su mente lúcida, su cuerpo ágil y de respuesta rápida. El experimentará un nivel de coraje e inteligencia con los cuales no cuenta normalmente, una extraordinaria fuerza y voluntad, un dominio inusual sobre su mente, emociones y movimientos.

En tales ocasiones podrían realizarse grandes proezas en respuesta a necesidades vitales. Una persona podría sentir nebulosa o lúcidamente que un poder ha despertado en ella. Es como si todo el ser se hubiera reunido en una intensidad integrada, que hace posible la emergencia de una fuerza tranquila, una presencia conmovedora que, deliberadamente y con conocimiento, actúa de acuerdo a las necesidades del momento. La excitación se ha ido, las emociones están ausentes, la mente está en silencio. Lo que queda es exactamente lo que se necesita para afrontar la emergencia.

En aquellas raras crisis de vida y muerte, cuando nuestras ordinarias capacidades de percepción y acción nos fallan, puede emerger en nosotros un poder hasta ahora desconocido: una presencia tranquila y serena que puede hacerse cargo y actuar sin ser estorbada por nuestros pensamientos y estados emocionales. Esta condición no es simplemente experimentada como la ausencia de pensamientos molestos y conflictos emocionales. Hay más bien una presencia positiva de poder, de una inteligencia superior que no es fisica, emocional o mental.

Este aumento potencial de presencia en situaciones peligrosas es utilizado por algunas personas, tipos aventureros o atléticos, para buscar o planear situaciones peligrosas, que haga necesario para ellos el estar intensamente presentes. No estamos hablando de la persona que busca una excitación emocional, involucrándose en situaciones peligrosas. Este potencial de situaciones de extraordinaria coacción es reconocida y utilizada por algunos sistemas de desarrollo personal. El discípulo es estimulado a permanecer despierto y presente en situaciones de extrema dificultad emocional o fatiga física. En tales momentos la mente común de cada día no puede funcionar. El individuo tenderá a descargarse emocionalmente o irse a dormir, si la fatiga es el resultado de prolongada falta de sueño. Pero si se mantiene despierto, y voluntariamente intentando estar presente en esta situación, podría emerger de él una inteligencia o una fuerza que cambiaría todo su estado.

En el Budismo Zen esto se logra dando al discípulo un koan, una frase o pregunta enigmática que no puede ser entendida por la mente discursiva. La persona la examina en todas las formas posibles para ella, hasta que llega a un agotamiento mental y emocional. Si está listo, y la situación está madura, un momentáneo silencio y quietud en él le traerá un destello de satori, una realización sin emoción y sin palabras. Los seguidores inexpertos generalmente asumen que la realización debe ser una especie de percepción interna. Sin embargo, las realizaciones más profundas en el Zen son chispazos de plenitud de ser, de ser tal cual se es, de la presencia de realidad. La realización profunda es la experiencia de la presencia.

G. I, Gurdjieff, el maestro ruso, usaba el método de someter a los estudiantes a extremo rigor. Frecuentemente ponía a sus discípulos en situaciones tan difíciles que la mayoría de ellos creía que no era posible tolerar. Los estudiantes debían caminar largas distancias varios días, más allá de su capacidad ordinaria de soportar, o debían realizar por días tareas domésticas sin dormir.

Algunos pensaban que el propósito de estos esfuerzos era lograr cierta clase de fuerza y resistencia, lo que es parcialmente verdadero. El real significado de aquellas situaciones emerge cuando comprendemos que se suponía que al mismo tiempo los estudiantes practicaran el «recuerdo de sí». El recuerdo de sí es definido aquí como poner atención a la vez al ambiente interno y externo. Algunos de sus estudiantes afirman que el recuerdo de sí también significa mantenerse consciente de que uno está poniendo atención.

En efecto, esta práctica es solamente un ejercicio que conducirá a su tiempo a un real recuerdo de sí, que no puede ser explicado a una persona que nunca lo ha experimentado. Si Gurdjieff hubiera significado por recuerdo de sí dividir la atención en dos -una parte dirigida hacia el interior y otra parte hacia el exterior- habría dicho: ponga atención hacia adentro y hacia afuera. ¿Para qué usar la palabra «sí» y la palabra «recuerdo»?

Uno podría argumentar que «recuerdo de sí» significa lo que uno experiencia internamente, más nuestra consciencia o atención, Esto incluiría nuestras emociones, sensaciones y pensamientos, más nuestra consciencia de ellos, pero esta perspectiva es limitada. Se debe a no saber que nuestra experiencia interna incluye realmente otras categorías de experiencia.

Vemos la práctica de Gurdjieff de recuerdo de sí como el primer paso, el esfuerzo inicial y necesario para que suceda un verdadero recuerdo de sí. Sin embargo, si nos limitamos a este entendimiento, no podríamos nunca reconocer la experiencia de un verdadero recuerdo de sí, porque nuestras preconcepciones funcionarán como barreras a nuestra experiencia.

Gurdjieff insistía que los esfuerzos usuales son inútiles para el desarrollo personal. El hablaba de superesfuerzos, esfuerzos que trascendían los límites acostumbrados de la personalidad y que no están dirigidos a satisfacer las pequeñas necesidades habituales, «El hombre debe entender -decía- que los esfuerzos ordinarios no cuentan, solamente los superesfuerzos cuentan». Y así es siempre en todo. «Aquellos que no quieren hacer superesfuerzos harían mejor en renunciar a todo y cuidar de su salud».

Superesfuerzo «significa un esfuerzo más allá del esfuerzo que es necesario para obtener un propósito dado», decía Gurdjieff.

Imagine que he estado caminando todo el día y estoy muy cansado, El tiempo está malo, está lloviendo y hace frío. En la tarde llego a casa. He caminado tal vez veinticinco millas. En la casa hay cena: está caliente y agradable. Pero, en vez de sentarme a comer, salgo a la lluvia otra vez y decido caminar otras dos millas a lo largo del camino y luego volver a casa. Esto sería un superesfuerzo. Mientras iba a casa era simplemente un esfuerzo y éste no cuenta. Iba en mi camino a casa; el frío, el hambre, la lluvia, todo esto me hacía caminar. En el otro caso, yo camino porque yo mismo decido hacerlo. Esta clase de superesfuerzo llega a ser aún más difícil cuando yo no lo decido, sino que obedezco a un maestro, el que en un momento inesperado requiere de mí un nuevo esfuerzo cuando yo había decidido que los esfuerzos por el día estaban terminados.

Por supuesto que tales superesfuerzos desarrollarán fuerza y voluntad; pero Gurdjieff está más interesado en el recuerdo de sí que en el fortalecer la capacidad de resistencia de una persona. Ciertamente, parte del propósito yace en desarrollar esta capacidad, pero no es el propósito principal. Un individuo necesita solamente alistarse en el ejército para aprender resistencia; no necesita trabajar con Gurdjieff.

El método de Gurdjieff es para causar una fricción entre la consciencia del individuo y sus manifestaciones habituales, así en el tiempo y las circunstancias correctas emergerá de él un sabor del recuerdo de sí. Al escribir acerca de considerar cómo lograr ciertas tareas que él se puso a sí mismo, él describe cómo la totalidad de sus reflexiones lo conduce a la convicción de que podía realizar todas sus tareas como resultado de las fuerzas que emergerían de la fricción de su consciencia con las manifestaciones automáticas. El describe cómo al final de esta percepción «todo mi ser estaba lleno por un singular sentimiento de alegría, nunca hasta ahora experimentado... Simultáneamente con esto, dentro y por sí sólo, sin ninguna manipulación de mi parte, apareció por decirlo así el «recuerdo de sí», también con un vigor nunca experimentado antes.»

Es obvio que aquí Gurdjieff se refiere al recuerdo de sí como una sensación y no como una actividad o un discernimiento. Pero nos preguntamos, ¿sensación de qué? El dice que es la sensación de recordarse a sí mismo. Pero nosotros estamos tratando de entender lo que recordarse a sí mismo significa. Hasta aquí solamente entendemos que el recuerdo de sí es una sensación de algo.

Entendemos aquí que esta sensación no es otra cosa que la sensación de presencia en uno mismo. Los métodos de Gurdjieff fueron diseñados para ayudar a la persona a estar tan presente en aquellas situaciones de esfuerzo que la presencia llegue a ser una experiencia palpable y definida. Cualquiera que tenga una impresión de Gurdjieff a través de experiencia personal o a través de sus escritos y obra, sin duda tendrá una experiencia de Gurdjieff como presencia. Podemos llamarlo poder, podemos llamarlo voluntad, o podemos llamarlo fuerza. No obstante, la impresión es definitivamente la de una presencia impresionante y poderosa. Esta es una presencia que nos confronta. Es una presencia que está más allá de las palabras y de acciones específicas, una presencia que es Gurdjieff.

Y la presencia de Gurdjieff es Gurdjieff, Por eso es que él usa el término «recuerdo de sí». Es él quien está presente como una presencia verdadera y palpable, más allá de sus palabras, sus ideas, sus acciones. Así podemos decir que lo que significaba recuerdo de sí es justamente eso. Es el recuerdo de sí mismo. Gurdjieff empleaba la frase literal y simplemente. La gente que no lo entiende hace que esto suene totalmente complicado, pero cuando el recuerdo de sí ocurre, se ve literal y simple; lo que es real en la persona está presente, recordado después de ser olvidado. Gurdjieff tituló su último libro: «La vida es real solamente entonces, cuando yo soy». Hay realidad solamente cuando yo me recuerdo a mí mismo, cuando yo experimento que «yo soy». El también asegura en el mismo libro que una persona puede hacer -es decir, actuar consciente e intencionalmente, y sin condicionamiento- sólo si está presente, si existe conscientemente.

Aquí recordamos aquellas situaciones de extraordinaria dureza donde un individuo puede actuar no obstaculizado por los habituales estados de consciencia. Así, de acuerdo con Gurdjieff, estas situaciones involucran estados de recuerdo de sí. Lo que llamamos presencia se ve aquí como la presencia de lo que es real en una persona. «Estoy presente» significa «Lo que es real en mí está aquí». Es la experiencia consciente de existencia. Es la experiencia de «yo soy».

Aunque hemos hecho la conexión entre presencia, recuerdo de sí, y la experiencia de «yo soy», una persona podría objetar que es muy vago y nada ha sido probado hasta ahora. Esto es verdad. No estamos tratando de probar nada. Este no es un razonamiento lógico. Estamos solamente buscando una apreciación, un saborear un reino de experiencia que la mente no puede captar directamente. Este es un reino que no se puede alcanzar por la lógica y la argumentación. Puede sólo ser experimentado directamente, y por eso hay escuelas y sistemas dedicados sólo a originar y desarrollar esta experiencia.

Al discutir el uso del recuerdo de sí de Gurdjieff, hemos sido capaces de conectar la experiencia de presencia con la experiencia de existencia. «Estoy presente» es la experiencia consciente de «yo existo». Es la consciencia de una presencia viviente que existe, que es, no es simplemente la consciencia de los muchos pensamientos, sentimientos y emociones, por lo que el darse cuenta es el requerimiento preliminar del recuerdo de sí, y no el recuerdo de sí como tal.

Gurdjieff llamó a la verdadera parte de nosotros, la parte que puede tener la experiencia de «yo soy», nuestra esencia. El definió la esencia como la parte con la cual nacemos y que no es el producto de nuestra crianza o educación. Así en la experiencia de presencia lo que está presente es la esencia, nuestra verdadera naturaleza, la cual es independiente del condicionamiento.

Presencia y esencia son lo mismo. Hemos discutido la presencia para dar un sabor de lo que es la esencia. Como vemos, la esencia es la parte de nosotros que es la experiencia del «yo soy». La esencia es la experiencia directa de la existencia, Por supuesto la esencia puede experimentarse como otras cosas, tales como amor, verdad, paz, etc. Pero el sentido de existencia es su característica más básica. Es lo más claro, es el aspecto más definido que lo separa de otras categorías de experiencia. La esencia es, y eso es lo más básico de su experiencia.

Esta experiencia de «yo soy», de directa aprehensión de existencia, no es una experiencia mental o emocional y no puede ser comprendida desde las acostumbradas perspectivas de experiencia, La mente puede pensar acerca de la existencia, pero no puede alcanzarla. Nosotros hemos visto esto al discutir la presencia. La respuesta a la pregunta «¿Qué es la esencia?» es «Aquel dentro de nosotros que puede tener la experiencia de «yo soy». La esencia es la única parte dentro de nosotros que está directamente consciente de su propia existencia. Consciencia de su existencia es una intrincada cualidad de la esencia. Un autor tibetano dice: «Por lo tanto, (experiencialmente) un estrato fundamental de existencialidad (Sku), y una fundada y prístina cognitividad (ye-shes), habiendo existido como tales desde el principio, por lo que una no puede ser añadida o sustraída de la otra, están presentes como la misma naturaleza del sol (y su luz).»

Uno podría argumentar que toda la gente sabe que existe, aunque no pudieran conocer su esencia. Esto es a la vez verdadero y falso. Ellos saben que existen, pero no lo saben directamente. El acostumbrado conocimiento de la existencia es a través de la inferencia: no es un conocimiento directo. Este punto ha sido discutido extensivamente por los filósofos. El modo habitual del conocimiento de la existencia es sintetizado por Descartes, Cogito ergo sum (Pienso, luego existo). Podemos inferir la existencia solamente por variadas clases de experiencia. Generalmente pensamos que existimos porque podemos ver nuestros cuerpos, oír nuestras voces, sentir nuestras sensaciones, etc. Descartes fue más refinado al decir que nosotros sabemos que existimos, porque sabemos que pensamos.

Así hay siempre una inferencia de alguna percepción y la inferencia es algo de lo cual tenemos una idea muy vaga. Cuando una persona dice: «Yo pienso, luego existo», ¿qué quiere decir la persona por «yo»?, ¿tiene claridad de lo que significa?

Y porque hay inferencia, no hay tal certeza. Podría ser lógico, podría ser una certeza existencial real, profundamente sentida. La certeza no existe en la inferencia porque la certeza de la experiencia existencial necesita la experiencia directa, de hecho, la más directa percepción y experiencia. Y ésta es la de identidad, cuando somos lo que experimentamos, cuando la percepción es tan directa, cuando lo que percibes y lo que es percibido es la misma cosa. Esto es exactamente la experiencia de esencia.

Aquí no hay inferencia de algo más. Es la experiencia más directa. El que experimenta y la experiencia son la misma cosa. No hay separación entre sujeto y objeto. El sujeto y el objeto son lo mismo: la esencia.

No es solamente que no hay inferencia. No hay tampoco un medio que permita la percepción. Generalmente hay un medio intermediario que posibilita al sujeto experienciar un objeto, Cuando el ojo ve un objeto el medio intermediario es la luz, pero cuando la esencia es consciente de sí misma, no hay intermediario. El objeto, el sujeto y el medio de percepción son todo lo mismo. También el órgano de percepción es la esencia misma. Hay en la experiencia solamente esencia. La esencia es el sujeto. La esencia es el objeto. La esencia es el medio de percepción, la esencia es el órgano de percepción. La esencia es la experiencia. No hay separación alguna, no hay dualidad y no hay diferenciación.

La experiencia de la esencia como existencia, la experiencia de «yo soy» no es como si hubiera un sujeto que es el actor de la existencia. El «yo» y el «soy» no están separados, El «yo soy» es una experiencia unitaria. La naturaleza de la esencia, del verdadero sí mismo, es existencia. El «yo» mismo es existencia.

Así, es más preciso decir que la parte de mí que existe está presente. La esencia es la única parte de mí que realmente existe, en el sentido de experimentarse a sí misma como pura existencia, pura presencia.

Hemos investigado la cuestión de la presencia y hemos visto que la presencia es la presencia de nuestra esencia. Es la parte verdadera en nosotros, la parte no condicionada o producida por el ambiente. Es nuestra intrínseca naturaleza. Hemos visto que la esencia es la única parte que está consciente de su propia existencia directa e íntimamente, y con certeza.

Traducido y extractado por Sofía Roepke de:
"Essence"

Samuel Weiser Inc.